Me niego a escucharte, me niego a prolongar tu grito de ayuda dentro de mí, me niego al ecco que repite una y otra vez ¡sálvame! Me niego a la melodiosa vos embarazada de dolor que entre martirios vive solo por un anhelo de compartirlos.
Maldigo a la viscosa saliva indeseable que emana de tu hocicó inexistente, porquería aberrante e intangible que sufre porque YO la hago sufrir, no eres masque un simple aullido de dolor que desea volverse hombre, pero jamás lo lograras, porque YO, excusare todos tus infames actos faltos de coherencia y bondad, el mundo jamás sabrá que existió algo tan abominable porque YO lo disfrazare de nobleza.
Así que revuélcate en tu miseria acompañada de esos fragmentos dolorosos que YO siempre negare, y aunque intentes escapar, todas aquellas fugas posibles serán intentos en vano, intentos que no dañaran al otro porque YO así lo deseo.
Eso fue lo que alguna vez le digo un YO a un alma que quiso ser hombre.
¡YO no fui!
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