Quise hablar y hablar no pude. Se dice que la mirada vale más, ¿pero más que que? Si mi mirar es mudo, un nudo en la garganta, lagrimas que se aferran a los ojos, escudos invisibles que retienen mis costumbres, quise hablar y hablar no pude.
Tú sentada frente a mí, yo atando mi locura con rocas obscuras, cadenas gruesas, y una cruel penumbra, detuve mis labios y los decore de palabras que sin duda siento, pero disfrazan el beso que profeso solo con la almohada y la intimidad de la cama que acompaña. Quise hablar y hablar no pude.
Me mirabas y te hable de frente pero escondido, detrás de mis retinas en otro mundo, no mentí pero sin duda la verdad se quedo inconclusa al enfrentarse a aquella musa, golpes en el pecho y pellizquitos de colores le decían a mis muslos, que en esta vida no cabe el cobarde ni el obtuso, sin embargo no hablo de amor este maldito cuerpo intruso. Quise hablar y hablar no pude.
Olor a tabaco en mis manos y poco valor en mis labios, palabras que como el aire se deslizan pero pasan de largo y no acarician, quedara escrito en la banca en que platicamos que ese día mi cordura se perdió de vista.
Mi última salida fue nombrada entrada.
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