1 dic 2010

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El sueño de ayer

¡Era un sueño!, penumbre y tibio, mis labios tocaban tu alma, nos iluminaba un faro metálico, errante, en medio de una ciudad con más de un silencio, ciudad nocturna con pretensiones sórdidas de una mano alzando una falda, al centro de los desérticos edificios, ¡era un acto de piel!

El humo navegaba indiferente, vapor salado deslizado en un cuerpo era su compañero, uñas como púas flagelaban el manto del frio, frio que envolvía dos amantes, dos miradas eróticas copulando, protegidas con tenues parpados entreabiertos, ¡era deseo!

Una melena se sentía agredida por el tacto de mis manos, defendiéndose con movimientos sutiles, excitantes, una lagrima rodo, era un orgasmo de libertad, nuestros sexos en perfecta relación, solo había una sombra, porque solo un cuerpo había, dos corazones que de tanto arder se encontraban fundidos, ¡era obsesión!

Personas, calles, el mundo jamás existió, solo una silueta con dos dueños, un suspiro, tibieza en álgido aire, que agresivo intentaba alejarte, ¡era amor!

Temblores en mis manos, taquicardia, líquido helado acariciando mi cuello, miedo, melancolía, una voz ronca gritando de hastió, era una pesadilla, pesadilla en la que fuiste mía, y aun amándote, ¡te temía!

Rodríguez A.

Amante - Pintor; Frank Gauita.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto es algo grande mi querido escritor, no podemos no temer a lo que más amamos, el miedo es la imposibilidad por elección y lo imposible es lo más añorado, lo más deseado.

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