Maldita tortura, maldita neurosis, como puede escapar uno del círculo que le mantiene en pie, gira, gira una y otra vez sobre el mismo eje, eje difuminado, casi inexistente a causa de la fricción del deseo inconcluso.
Mis uñas se quiebra, quiero escalar muros lisos que no deseo escalar, si la seductora locura tocara a mi puerta, sonrisa garabateada en mi rostro le brindaría una dulce bienvenida y al darme la espalada, un cuchillo en mi mano le arrebataría la existencia.
Al final no sé qué es lo que pretendo, creo que el sujeto dejo de importarme, pero esa palabra de la cual se sostiene, logra que me hierva la sangre, ya nada existe salvo la sensación de que escribo líneas tan vacías que el significado en el eco de mi ser es inmenso.
Maldita tortura, maldita neurosis, vendita tortura, vendita neurosis, tal vez y solo tal vez, estoy despierto.
Rodríguez A.
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