Ella lo esperaba… sentada en un sofá cual pieza de mármol que decora una sala, carente de movimiento —pronto llegara, pronto, muy pronto… —su vestimenta era sutil, su mirada perdida en la tiniebla de la habitación que dibujaba en el muro opuesto a su rostro, una sombra con silueta de mujer estática; tendría que moverse para denotar que aún quedaba vida en aquel cuerpo defraudado.
—Pronto llegara, pronto, muy pronto… —declamaba hacia un público inexistente con voz tenue y siniestra. Un flequillo entibiaba su frente y fungía de telón para aquella mirada vacía. —¿cómo pudo hacerlo?, ¿cómo pudo?, pronto llegara… —sus manos que ejercían presión en sus rodillas comenzaron temblar, al unísono de las manecillas de un pequeño reloj incrustado en la tapia por encima de su cabeza.
La puerta de la recamara jimio al entreabrirse, y con el vago sonido un pie se asomó por la abertura seguida de un rostro familiar. Por fin lo tenía en frente, por fin le reclamaría el dolor que le ocasiono. Antaño él fue su único amante, antaño él fue su padre.
La lúgubre figura embarazada de oscuridad situada enfrente de aquel hombre, aprisionaba un cuchillo tintado con sangre oculto entre sus muslos, una sonrisa tierna y macabra esbozo su rostro. El hombre endurecido por el frio que se desplazaba entre sus huesos pregunto:
—¿Qué has hecho…?
—¡¡La asesine!!, asesine a mi madre, ahora eres solo mío…
—¿De qué hablas? tú ya eres mi mujer, eres mi esposa, soy solo tuyo.
—¡¡No!! soy tu hija, soy tu hija, ¿cómo pudiste? ¿Cómo…?
—¿Qué has hecho…?
—Duele, duele, duele tanto… —la mujer de tés palidecida por la ausencia de sangre se desvaneció en aquel solitario sofá; su mirada se nublo y el silencio doblemente mudo, de aquel escenario decorado con un charco de sangre que brotaba del vientre de la mujer, fue el último sonido de aquel frágil cuerpo.
Tiempo atrás los psiquiatras establecieron su diagnóstico: trastorno de identidad disociativo
Arian A. R. Alegre
2 comentarios:
toda una oda a Hitchcock, muy chido
woooooooou
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