La hora mimada de una muñeca agazapada, en la frontera de la ternura que se escapo de un bello sueño, no encuentra una disculpa navegando entre las nubes y la rabia de la noche, que moja la silueta del reproche de los hombres que no tienen rostro.
Escupir y vomitar sabiduría, jugar al juego de las letras mancillando la promesa de una prosa que se jacta de sublime. Volar en el desierto de los vivos y los muertos buscando solo un hueco para ocultar el miedo.
El corazón, antaño perdió la escusa que le brinda la razón. Un charco de oscuridad, es la luz de la mirada que flota como el humo en unas manos llenas de ceniza, que sostienen el sendero donde escapan juntas lágrimas y risa.
Hoy los años duelen menos, saben menos, se sienten menos… y el valor artificioso del criterio de los grandes genios, epitafio de las pesadillas insalubres, es solo el recuerdo de un mundo que llorando se enfrento a la palabra del canalla que descansa en la abundancia de lo etéreo.
Arian A. R. Alegre
Fotografía: Cómo explicarle lo etéreo en la performance a una liebre de peluche (homenaje a Joseph Beuys)
2 comentarios:
wouuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
por que no le entras a los concursos
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