Rasgos de locura

¿Quién es real? ¿Yo o la voz de mi cabeza?, ¿seré yo el que piensa o será mi pensamiento el que me vive?, si la segunda cuestión es correcta, ¡te odio pensamiento! Porque me obligas a vivir entre hombres y para hombres  y aun en esa compañía innecesaria maldigo a la soledad que acompaña con un silencio que grita y taladra en oídos huecos, oídos que a pesar de tener tanto espacio se mantienen sordos a la idea de cordura.

Porque aun viviendo entre hombres y para hombres no deseo pertenecer a ellos, por lo menos no a esos hombres reducidos a escoria por insensatos reglamentos impuestos por gobiernos y dioses falsos, pero reconozco que existe un miedo inmenso a la nada, al término de la caducidad humana, pero masque nada miedo a separarse eternamente del otro. Para mí eso no justifica la cobardía de mantenernos sostenidos a creencias infames e idiotas.

Lo triste de esto, es que no me atrevo a deslindarme del síntoma colectivo, porque ese magnetismo que nos mantiene unidos a la sociedad tiene un poder tan inmenso, que guía en caminos amarillos la voz de mi cabeza y me mantiene tomado de la mano del hombre de hojalata, el león y el espantapájaros, si los suelto pierdo mi valor, mi inteligencia y mi corazón, eso me volvería un loco, porque al sujeto que no se le comprende se le juzga como inadaptado.

Preferiría ser yo el que piense,  decirle a ese pensamiento –no temas al enfermo juicio público- pero mi pensamiento es cobarde. Pero sé que llegara el día en que la locura me seduzca y mi alma deje de temer logrando conducirme por caminos matizados de distinto color, caminos libres.

                           Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni; la creación de Adán

Nota: sé que mi texto parecerá falto de coherencia, pero no es para todos, sino para aquellas almas que buscan libertad a riesgo de perderse en ese camino destinado al fracaso.

“Vive para alguien y morirás en una compañía demasiado solitaria”