4 ago 2010

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¡Ya!


¿Por qué solo serrando los ojos puedo ver en realidad? Se la respuesta por la cual no me dejas entrar y aun así, eres alfombra de paja y cristal, mente desnuda en un lecho de plata y mar.
Sombría penumbra no deja aterrizar, mi nave en su ombligo, tan improfanable como la espera de un sueño por soñar.
Maldigo al juzgado que no me da la victoria, que vale en kilos de soledad todo gramo que tiene de humanidad, reproches vanos que tristes son de pensar.
Preferiría mil muertes a este cuerpo demente que no deja de anhelar, que cuestiona al cielo, el motivo por el cual no se deja alcanzar.
Princesa ególatra que en su reflejo no morirá, sin embargo yo seré el eco que repita la última estrofa de su cantar, pero solo eso seré, sin cuerpo, si alma, solo una voz que no te deja de añorar.
A sí que mátame, dame la mano y vuélveme a matar, porque aunque creí jamás volver amar, ahora le imploro al infierno que atraiga a sus demonios, y a mí me deje descansar.
 

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