Solo, tan
solo, tan sin vida, tan sin alma… Juguetean en la acera de frente los palomos
con una colilla de cigarro. Un sol tímido acaricia la piel pálida de a aquel
hombre, de aquel despojo que la humanidad no quiso entre la fila de ciudadanos
de buena moral. Doctorado en filosofía, maestro en letras inglesas, licenciado
en literatura hispana.
Aquel hombre
no siguió un camino ajeno a sus propios pies. Grandes intelectuales disuadiendo
al sujeto que no pretende alagar su ego al dominar la doctrina in propia. Triste,
melancólico, sediento de desprecio por si mismo divaga el hombre; aquel que por
una metrópoli del saber reciclado quiso comenzar, quiso nacer a sus cuarenta
años.
No juzgo de
insano el conocimiento, sin embargo el sendero de la letra por mano ajena no
era el suyo; pues buscaba algo mas, más allá del cascaron universal, más allá
de la prisión del cuerpo, mas allá del alma agonizante, adulta, viciada por los
títulos prejuiciosos.
Para comenzar
de nuevo abría que terminar, y para terminar tenía que ser lo bastante hombre,
lo bastante simple, disoluble entre la masa de corderos. Dinero, mujeres,
placer a los sentidos fue el mundo que lo cobijo, y al cual renuncio al
comprender que para nacer se nace solo.
Solo, tan
solo, tan sin vida, tan sin alma camina el hombre, aquel hombre que en busca de
la muerte y a pesar de todo encontrara la vida.
Arian
A. R. Alegre.
2 comentarios:
siempre buscamos algo mas, lo podremos alcanzar?
no
Publicar un comentario